Oviedo, Katyra VÁZQUEZ Cristina RAMOS
Que los hombres se cuidan igual que cualquier mujer ya no es ningún secreto. Las mujeres han tenido que dejar hueco en la estantería del baño a las numerosas cremas que sus parejas utilizan a diario. Pero su afán por estar guapos no acaba ahí. Las mujeres llevan sufriendo desde hace años el calvario de la depilación que socialmente se les exige, y a los hombres, por el contrario, no: aguantan el dolor por pura coquetería. Con este boom de la belleza masculina, los centros de estética han tenido que renovar sus ofertas y ajustar sus cabinas y tratamientos a los nuevos clientes. El cuerpo del hombre es diferente al de la mujer, ellos tienen vello donde ellas no, es más duro y tienen más cantidad.
Parece que, poco a poco, las mujeres se quitan de encima el sambenito de «nacida para gustar» y el sexo masculino también se hace sujeto de este dicho. Puede que esto vaya unido a la liberalización de la mujer en la sociedad, y ahora ella no tiene que esperar a ser conquistada, sino que es la que conquista. Los roles han ido cambiando y puede que cambien aún más. Ellos comenzaron adornando su cuerpo con tatuajes y pendientes, siguieron quitándose el vello del pecho para pasar a las piernas, los brazos y, finalmente, quedarse sin pelo en todo el cuerpo. Pero eso no era suficiente y continuaron con su propio ritual de belleza, con tratamientos como la manicura y la pedicura. «Estos métodos, junto con la depilación, son los más demandados por el sexo masculino», comentó Dorita Álvarez, esteticista y propietaria de un centro de estética.
Otra causa de esta demanda es que muchos gimnasios, a los que los hombres acuden para esculpir su cuerpo, han tenido que habilitar una zona para el cuidado de la belleza de sus clientes. Esto se debe a que los hombres aún no han superado el miedo a que les vean entrar en un centro de estética, inicialmente creado para mujeres. «Los hombres que acuden al centro de belleza son maridos o parejas de las clientas habituales. Es muy raro que un hombre entre por iniciativa propia», apunta Dorita Álvarez.
En cuanto al envejecimiento, la mentalidad de los hombres es menos obsesiva que la de las mujeres. La mayoría de ellos llevan mejor la aparición de las arrugas que el sexo opuesto, aceptan los tratamientos de manera distinta, se preocupan más por estar saludables y bien con su cuerpo que por estar muy atractivos.
A un gimnasio del centro de Oviedo acuden decenas de hombres todos los días para conseguir un bonito cuerpo, pero no sólo en verano: ellos no dejan para última hora el cuidado de su cuerpo. «Llevo acudiendo al gimnasio casi diariamente desde los 16 años», dice Jorge Sancho, de 30 años. Los hombres tienen más claro que las dietas milagro y el acudir al gimnasio sólo un mes antes de querer lucir palmito en la playa no dan resultados. Por ello, asisten al gimnasio casi diariamente durante años. Otro tratamiento que no dejan para última hora son las sesiones de rayos UVA. Se las dan de una manera constante durante todo el año, para no perder el color que ganan en la playa. El sexo masculino se ha convertido así en un público objetivo para las marcas de cosméticos y para los centros de estética, porque ellos se gastan casi el mismo dinero que cualquier mujer en el cuidado de su belleza. Las mujeres deberían aprender de la constancia y el esfuerzo de ellos y olvidarse de remedios de última hora, que no les conducen a ningún sitio.
Que los hombres se cuidan igual que cualquier mujer ya no es ningún secreto. Las mujeres han tenido que dejar hueco en la estantería del baño a las numerosas cremas que sus parejas utilizan a diario. Pero su afán por estar guapos no acaba ahí. Las mujeres llevan sufriendo desde hace años el calvario de la depilación que socialmente se les exige, y a los hombres, por el contrario, no: aguantan el dolor por pura coquetería. Con este boom de la belleza masculina, los centros de estética han tenido que renovar sus ofertas y ajustar sus cabinas y tratamientos a los nuevos clientes. El cuerpo del hombre es diferente al de la mujer, ellos tienen vello donde ellas no, es más duro y tienen más cantidad.
Parece que, poco a poco, las mujeres se quitan de encima el sambenito de «nacida para gustar» y el sexo masculino también se hace sujeto de este dicho. Puede que esto vaya unido a la liberalización de la mujer en la sociedad, y ahora ella no tiene que esperar a ser conquistada, sino que es la que conquista. Los roles han ido cambiando y puede que cambien aún más. Ellos comenzaron adornando su cuerpo con tatuajes y pendientes, siguieron quitándose el vello del pecho para pasar a las piernas, los brazos y, finalmente, quedarse sin pelo en todo el cuerpo. Pero eso no era suficiente y continuaron con su propio ritual de belleza, con tratamientos como la manicura y la pedicura. «Estos métodos, junto con la depilación, son los más demandados por el sexo masculino», comentó Dorita Álvarez, esteticista y propietaria de un centro de estética.
Otra causa de esta demanda es que muchos gimnasios, a los que los hombres acuden para esculpir su cuerpo, han tenido que habilitar una zona para el cuidado de la belleza de sus clientes. Esto se debe a que los hombres aún no han superado el miedo a que les vean entrar en un centro de estética, inicialmente creado para mujeres. «Los hombres que acuden al centro de belleza son maridos o parejas de las clientas habituales. Es muy raro que un hombre entre por iniciativa propia», apunta Dorita Álvarez.
En cuanto al envejecimiento, la mentalidad de los hombres es menos obsesiva que la de las mujeres. La mayoría de ellos llevan mejor la aparición de las arrugas que el sexo opuesto, aceptan los tratamientos de manera distinta, se preocupan más por estar saludables y bien con su cuerpo que por estar muy atractivos.
A un gimnasio del centro de Oviedo acuden decenas de hombres todos los días para conseguir un bonito cuerpo, pero no sólo en verano: ellos no dejan para última hora el cuidado de su cuerpo. «Llevo acudiendo al gimnasio casi diariamente desde los 16 años», dice Jorge Sancho, de 30 años. Los hombres tienen más claro que las dietas milagro y el acudir al gimnasio sólo un mes antes de querer lucir palmito en la playa no dan resultados. Por ello, asisten al gimnasio casi diariamente durante años. Otro tratamiento que no dejan para última hora son las sesiones de rayos UVA. Se las dan de una manera constante durante todo el año, para no perder el color que ganan en la playa. El sexo masculino se ha convertido así en un público objetivo para las marcas de cosméticos y para los centros de estética, porque ellos se gastan casi el mismo dinero que cualquier mujer en el cuidado de su belleza. Las mujeres deberían aprender de la constancia y el esfuerzo de ellos y olvidarse de remedios de última hora, que no les conducen a ningún sitio.
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